Caída libre, mil, dos mil cien mil metros. A la velocidad de la luz, a la velocidad de sus ausencias. Caigo y no hay nada ni nadie que me salve esta vez. Lucha constante. Mis miedos, mi soledad, mi desolación, mi esperanza, un rayo de luz, conviven a diario y desatan una guerra en mi interior. Cansancio. Pánico de lo que vivo, de lo que siento, de lo que no quiero vivir. Soledad, por siempre tú, habitando en mi, hoy con más fuerza que nunca, por favor no te vayas, soledad, eres mi única compañía ahora. Quizás siempre ha sido así. Sálvame de la pesadilla que estoy viviendo. Estoy respirando, pero no estoy viva. Esto, no es vida, cariño.
No hay comentarios:
Publicar un comentario